Relato “Crónicas de montaña” por el dr. y jefe de proyecto Gerardo Azócar.

“Como parte de la evaluación de atractivos turísticos de la Reserva de Biósfera “Corredor Biológico Nevados de Chillán-Laguna del Laja”, un grupo de investigadores y estudiantes de los Programas FIC visitaron el salto de “Las Minas”, maravilla de la naturaleza localizada en la comuna de San Fabián, en parajes cordilleranos aislados y de inigualable belleza. Estamos agradecidos y sorprendidos por estos paisajes, sus comunidades y nuestros queridos amigos y baqueanos de Los Sauces, Los Mayos y Roble Huacho, que nos relatan sus historias y las del territorio que habitan.

Aguas cristalinas que fluyen a través de frondosas y profundas quebradas, bosques sagrados e imponentes macizos rocosos nos dan la bienvenida. Hemos cruzado el estero Las Truchas, no sin antes sentir el rigor de sus gélidas aguas, y avanzamos por un sendero que bordea el río Las Minas hasta divisar, entre las rendijas de grandes y maduros árboles nativos, la impresionante y delgada silueta del salto, que pareciera desafiar el escarpado murallón rocoso, de algo más de 190 metros de altura. Vadeamos nuevamente, y a pie descalzo, el caudaloso y pedregoso lecho del río, iniciando el ascenso final al “mirador del salto”, mucho “trumao” en el cuerpo y fatigosas sensaciones nos acompañan en la empinada ladera. A unos 500 metros sonoros rugidos nos advierten su presencia, incólume y húmedo, nos recibe con una brisa algo fría, siempre observando hacia el norte, al valle que irriga con vida. Pero su nombre se olvida al llegar sus aguas al río Las Minas, se llama estero Bolsico, si, salto del Estero Bolsico.

Hemos arribado a destino y por cerca de una hora contemplamos, más bien en silencio y con gran admiración, el blanquecino velo de agua que humedece la gran “barda” rocosa y también nuestros rostros con una suave llovizna. En lo profundo de la quebrada, junto a añosos árboles y grandes nalcas, el Bolsico retoma su curso, nuevamente en tierra firme y entregando su bondadoso caudal al río Las Minas. La ruta y el paisaje nos invitan a un merecido descanso, al deleite y regocijo de los sentidos. Justo en esos momentos, y como parte de un épico y mágico corolario, desde las alturas nos observa un gran cóndor que, ávidamente, sobrevuela nuestras cabezas, quizás a más de dos mil metros de altura.

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